Dentro de las
disfunciones del suelo pélvico se engloba a la disfunción sexual, que se
presenta tanto en mujeres como en hombres.
Son
alteraciones que se producen en
cualquiera de las fases de la respuesta sexual (excitación, meseta, orgasmo o
resolución) y que impiden o dificultan el disfrute sexual.
A lo largo del artículo lo vamos a ir diferenciando.
Se va a enfocar desde un tratamiento fisioterápico (a través de la musculatura),
ya que, muchas veces son tratamientos multidisciplinares junto con el
psicólogo.
En la mujer se
puede producir un dolor por un problema
en la cicatriz, tras una mala episiotomía o por haber existido un desgarro
muscular a la salida del feto. Una vez que esa cicatriz no ha quedado bien,
puede hacer que la musculatura se debilite y esto lleve a una anorgasmia
(incapacidad para llegar al orgasmo).
También
entrando en la menopausia la musculatura de la pared vaginal disminuye, a veces
se producen por ello hipotonías, eso lleva en algunas ocasiones a tener incontinencia
urinaria (ya hablamos de esto en el capítulo anterior), o que tengan un
prolapso(la caída del algún órgano: vejiga, útero, recto..), por lo que un
debilitamiento de la musculatura no producirá dolor pero sí anorgasmia.
Un problema de
hipertonía (por aumento de tono), como puede ser el vaginismo, que genera una
contracción involuntaria en la musculatura del tercio externo de la vagina,
puede generar problemas sexuales y sobre todo dolor.
La afectación
del nervio pudendo (se encuentra en la región pélvica e inerva a los genitales
externos, de ambos sexos, así como la vejiga y el recto) también genera
disfunción, ya bien sea por un atrapamiento o ser secuela de una contractura
muscular que ese músculo inerve.
En hombres se
puede dar por eyaculación precoz (falta de control voluntario de la
eyaculación), disfunción eréctil (incapacidad para alcanzar o mantener una
erección suficiente para llevar a cabo
una relación sexual satisfactoria para ambos miembros de la pareja).
Tras
prostatitis (inflamación de la próstata) y prostatectomias se produce una
disminución de la masa muscular de la zona del pene e incluso puede provocar
incontinencia urinaria, se necesita tratamiento.
El estrés, el
mal hábito alimenticio y múltiples cosas más pueden verse reflejadas también en
una disfunción sexual.
Con una buena
reducación del periné se recuperan de una manera sencilla y rápida estos
problemas que, sino se tratan, van a empeorar la calidad de vida e incluso las
relaciones de pareja.
Para ello es
imprescindible un buen diagnóstico médico que determine con exactitud cual es
la causa del problema. Este diagnóstico generalmente es efectuado por un
ginecólogo. El abordaje del problema sexual femenino debe comprender una
adecuada historia clínica, evaluación psicológica, exploración y valoración del
suelo pélvico y pruebas específicas.
Una vez
descartados otros posibles orígenes del problema, ponerse en manos de un
fisioterapeuta especializado en suelo pélvico va a ayudar a todas estas
personas a mejorar su estado y volver a la situación en la que se encontraban
con anterioridad al problema.